Literatura clásica
miércoles, 30 de noviembre de 2011
UN CRUCERO POR EL MEDITERRÁNEO
Literatura clásica
miércoles, 16 de noviembre de 2011
TODO LO QUE TENGO LO LLEVO CONMIGO
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Un de esos supervivientes fue el poeta Oskar Pastior sin cuya colaboración el libro que comentamos no habría visto la luz. Cuenta Herta Müller que el libro nació de las conversaciones que mantuvo con él y que algunos de las poéticas imágenes y términos que leemos (“el ángel del hambre” o “el tiempo de piel y huesos”) tienen su autoría. “Trabajamos juntos el relato de los hechos, pero de pronto Oskar murió y sentí un vacío tremendo. Abandoné las notas y las dejé a un lado. Algunos años después, las retomé y me enfrenté al libro sola. Lo hice por Oskar Pastior, él lo habría querido” confiesa la autora.
Esta es la génesis de Todo lo que tengo lo llevo conmigo, y podéis imaginar el contenido, pero aunque el dolor, el hambre, la humillación o la enfermedad sean protagonistas, también se abre paso la solidaridad y la belleza con una fuerza inusitada que emerge del ímpetu irrefrenable de la vida que no se entrega a la desesperanza, que no baja los brazos, que no renuncia a una victoria sobre la muerte.
La escritura de Herta Müller siempre ha denunciado a los perseguidos y oprimidos porque también ella sufrió los desmanes del régimen del dictador Ceacescu. Estudió filología germánica y rumana en Timisoara y ejerció de traductora técnica en una fábrica hasta que fue despedida por no cooperar con la policía secreta comunista. Después trabajó en una guardería e impartiendo clases de alemán. Su primer libro de cuentos En tierras bajas (1982) le reportó más problemas en su país por lo que tuvo que emigrar a Alemania con su marido, el también novelista Richard Wagner, donde ha fijado su residencia. Algunos de sus libros son El ser humano es un gran faisán en el mundo (1986), La piel de zorro (1992) o La bestia del corazón (1994); en todos ellos ha seguido haciéndose eco de los oprimidos y de la situación de los exiliados. La lista de reconocimientos es larga, pero la más sonora fue la concesión del Premio Nobel en 2009, según la Academia Sueca por “su capacidad para describir con la concentración de la poesía y la franqueza de la prosa, el paisaje de los poseídos”.
martes, 15 de noviembre de 2011
KOLIMÁ O LA LECTURA ENTENDIDA COMO UNA ACTIVIDAD DE ALTO RIESGO
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El siglo que hemos dejado atrás nos ha legado la mayor revolución tecnológica y los avances más rutilantes de la historia, sí, pero también las páginas más negras. Creo que todos estaremos de acuerdo en que, cuantitativamente, los mayores crímenes se cometieron en los campos de exterminio nazi y en los famosos campos de trabajo (los gulags) estalinistas. Los diferentes testimonios de aquellas masacres configuran un patrimonio que debemos recordar siempre, pues sólo la memoria nos dará una oportunidad para no repetir parecidos desmanes. De aquellos horrores han nacido libros testimoniales y también relatos doblemente memorables que parecen escritos para desafiar al olvido (citemos apresuradamente los normbres de, entre otros, Primo Levi, Hannah Arendt, Imre Kertéz, Vasily Grossman, Alexander Solzhenistyn o Jorge Semprún) . En este doloroso lugar de la memoria están, y estarán siempre, los relatos de Kolimá.
Varlam Shalámov (1907-1982) estuvo confinado nada menos que 18 años en los campos de trabajo estalinistas por sus ideas cercanas al pensamiento de Trosky. Fue al comenzar la gran purga de 1937 cuando llegó a Kolimá, “la tierra de la muerte blanca” donde tuvo que soportar, como todos los deportados, unas condiciones infrahumanas trabajando en las minas hasta contraer el tifus. Intentó varias veces la fuga y no hubiese regresado de allí jamás si un médico recluso no le hubiese prestado su ayuda ofreciéndole un puesto de ayudante en el hospital del campo. Gracias a ese trabajo de practicante sobrevivió y llegó a ser liberado en 1953 y rehabilitado tres años más tarde. Shalámov es autor de una extensa obra poética y ensayística, pero su obra fundamental son estos relatos que fueron publicados íntegros por primera vez en 1978 (¡!) en Londres (¡!).
Pasar una temporada en Kolimá es vivir en el infierno a más de cuarenta grados bajo cero y leer se convierte en una dolorosa experiencia porque no podemos dejar de sentir esa debilidad, el hambre, el frío y la desesperación de los personajes van asomando a sus páginas. Lo más sorprendente es que su autor jamás recurre al patetismo, no carga nunca las tintas y acaba ofreciéndonos un espectáculo espantoso desde una extraña objetividad que provoca un mayor dolor, una profunda rabia contenida.
Por suerte para nosotros, estos cuentos se publican por vez primera traducidos al castellano y los alumnos de los institutos rusos estudian su literatura y su historia a través de los agudos y asombrados ojos de Shalámov. Justicia poética.
jueves, 3 de noviembre de 2011
Velocidad de los jardines (fragmento)
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De pequeño soy Julio Verne. Mi soledad y mi cuarto se van poblando de mástiles y planisferios, de planetas sumergidos y resacas, de maderas encalladas. En mi escritorio suceden furiosísimos motines, naufragan los batiscafos, mi cama es una isla que se desplaza. El correo del zar cruza la estepa, no hay tiempo, van a matarlo, y la primera comunión, estarás contento, ya está tan cerca.
(...) El capitán Nemo estará luchando en la sala de máquinas, la profesora de francés que tuve en 5º curso beberá su leche cada tarde, un astro entra en mutación y el cielo se interrumpe. Una pupila se esconde tras un párpado, y hay un vago pugilato de sombras sobre mi almohada. Y después nada, el silencio. La exquisita elocuencia del silencio".
El canto de las sirenas (II): Safo
De ella dijo Platón que era la décima musa (¡ahí es nada!). Seguramente deberíamos haber iniciado la sección dedicada a las sirenas con su nombre, al menos es l a primera autora que nos encontramos en la tradición occidental. Sabemos pocas cosas de ella y algunas leyendas que vaya usted a saber... Parece ser que su cuna era noble y fue contemporánea (y dicen que hasta amante) de Alceo. Desconocemos la fecha de su muerte, aunque por los poemas que conservamos en los que habla de sí misma, la contemplamos como una dama de vida tranquila y apacible reflexionando sobre la fugacidad con prudencia, entereza y nostalgia
La breve obra que nos ha llegado parece que fue gestada en un entorno femenino pues compuso odas nupciales para un grupo de mujeres jóvenes que se desposaban. Anacreonte afirmaba que mantenía una relación amorosa con ellas y de ahí que usemos los términos lesbianismo y safismo para aludir a la homosexualidad femenina.
Tenemos datos que nos hablan de una obra extensa que abarcaba libros de odas, canciones de boda o epitalamios, elegías o himnos, pero desgraciadamente tan sólo hemos conservado de ella algunos fragmentos muy hermosos, eso sí, con una enorme perfección en la forma y una intensidad y emoción muy destacables. A continuación os dejo algunos de estos bellísimos restos salvados de las aguas del olvido.
Igual parece a los eternos Dioses
quien logra verse frente a ti sentado.
¡Feliz si goza tu palabra suave,
Suave tu risa!
A mí en el pecho el corazón se oprime
Sólo en mirarte; ni la voz acierta
De mi garganta a prorrumpir, y rota
Calla la lengua.
Fuego sutil dentro de mi cuerpo todo
Presto discurre; los inciertos ojos
Vagan sin rumbo; los oídos hacen
Ronco zumbido.
Cúbrome toda de sudor helado;
Pálida quedo cual marchita yerba;
Y ya sin fuerzas, sin aliento, inerte,
Muerta parezco.
A Una Amada
Paréceme a mí que es igual a los dioses el mortal que se sienta frente a tí, y desde tan cerca te oye hablar dulcemente y sonreír de esa manera tan encantadora.
El espectáculo derrite mi corazón dentro del pecho. Apenas te veo así un instante, me quedo sin voz. Se me traba la lengua. Un fuego penetrante fluye en seguida por debajo de mi piel. No ven nada mis ojos y empiezan a zumbarme los oídos. Me cae a raudales el sudor. Tiembla mi cuerpo entero. Me vuelvo más verde que la hierba. Quedo desfallecida y es todo mi aspecto el de una muerta...
Soledad a Media Noche
Se han puesto ya la luna y las pléyades. Es media noche. Pasa el tiempo. Y yo sigo durmiendo sola.
En la Distancia
De veras, quisiera morirme. Al despedirse de mí llorando, me musitó las siguientes palabras: "Amada Safo, negra suerte la mía. De verdad que me da mucha pena tener que dejarte." Y yo le respondí: "Vete tranquila. Procura no olvidarte de mí, porque bien sabes que yo siempre estaré a tu lado. Y si no, quiero recordarte lo que tu olvidas: cuantas horas felices hemos pasado juntas. Han sido muchas las coronas de violetas, de rosas, de flor de azafrán y de ramos de aneldo, que junto a mí te ceñiste. Han sido muchos los collares que colgaste de tu delicado cuello, tejidos de flores fragantes por nuestras manos. Han sido muchas las veces que derramaste bálsamo de mirra y un ungüento regio sobre mi cabeza."
Cuasi Ventus
Amor ha agitado mis entrañas como el huracán que sacude monte abajo las encinas. Viniste. Hiciste bien. Yo te estaba aguardando. Has prendido fuego a mi corazón, que se abrasa de deseo.
Una Amada Ausente
Te igualaba a una diosa insigne, y tú te embelesabas con su canto como con otro ninguno. Pero se fue, y ahora sobresale entre las damas lidias lo mismo que la luna de rosados dedos eclipsa todas las estrellas una vez puesto el sol. Y su brillo baña de plata el mar salobre, e ilumina las campiñas floridas, donde ha caído el rocío y han brotado las rosas, el tierno perifollo, las dulces flores del trébol.
Mas en el ajetreo de su nueva vida no deja de añorar el cariño de su amada Atis, y en el pecho le duele de nostalgia el corazón.
Un Epigrama
Estas son las cenizas de Timade. Muertas antes de la boda, fue a parar al oscuro tálamo de Perséfone. Y una vez que ella pereció, con un acero recién afilado, todas sus compañeras colocaron aquí como ofrenda la graciosa cabellera de sus cabezas.
martes, 18 de octubre de 2011
ITACA
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.
Periodista y funcionario, publicó relativamente poco en vida, aunque tras su muerte su obra cobró paulatinamente influencia. Su atípica temática —fuertemente urbana e introspectiva, y sin tapujos acerca de la orientación homosexual han ralentizado su aceptación, aunque a partir de los años sesenta lo convirtieron en un icono de la cultura gay y uno de los mejores poetas griegos modernos.
Muy influido por los parnasianos y simbolista franceses, su obra es de una radical autoexigencia (algo que nos recuerda a J.R. Jiménez): corregía una y otra vez sus versos para lograr esa perfección clásica (algunos poemas fueron relaborados por espacio de diez años). Escribió sólo ciento cincuenta y cuatro poemas que consideró acabados porque existen otras composiciones suyas que a su juicio no lograban su forma definitiva.
Su obra recrea de forma fascinante la atmósfera decadente de tiempos pasados con un fuerte realismo (Bizancio, Roma) en memorables poemas como Esperando a los bárbaros o El dios abandona a Antonio, llenos de nostalgia y de miedo a lo desconocido. También gozan de merecido reconocimiento los poemas eróticos que hablan de amores furtivos en los que la atracción se mezcla con el sentimiento cristiano de la culpa; o aquellos otros que hablan de la impotencia ante el irreparable paso del tiempo que arruina la belleza de los cuerpos.
Su huella es muy evidente en nuestras letras y alcanza a varias generaciones poéticas: Luis Cernuda, Jaime Gil de Biedma, Luis Antonio de Villena, José María Álvarez o los autores de la poesía de la experiencia actuales (Luis García Montero, Carlos Marzal o Luis Felipe Reyes).
Kavafis fue también una figura influyente en la novela inglesa. El narrador británico Lawrence Durrel lo tiene bien presente en su famoso Cuarteto de Alejandría y su poema Esperando a los bárbaros es fundamental en la concepción de la novela homónima del escritor sudafricano, y premio novel, J. M. Coetzee.
Sobre el poema que aquí reproducimos, un verdadero himno para los que nos consideramos navegantes herederos de Odiseo, hay que recordar que el músico Lluis Llac compuso un disco y un largo y maravilloso tema titulada Viatge a Itaca que puede que sea un deslumbrante descubrimiento para nuestros oídos.
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lunes, 17 de octubre de 2011
El canto de las sirenas (I): Clarice Lispector
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Era una persona poco común: Se parecía a Marlene Dietrich y escribía como Virginia Woolf".
Alguien dijo de ella: "Si Kafka fuera una mujer; si Rilke fuera una escritora brasileña judía nacida en Ucrania; si Rimbaud hubiera sido una madre, y hubiera llegado a cumplir 50 años; si Heidegger hubiera sido capaz de dejar de ser alemán...”
Escribió su primera obra de teatro a los 10 años y a los 11 envió unos cuentos a un diario, que rechazó su publicación alegando que sólo trataban de sensaciones sin que existiera una historia.
Se casó con un diplomático, debido a ello vivió 15 años fuera de Brasil, lo que angustiaba a Clarice. Tuvo dos hijos y finalmente se divorció.
Sufrió quemaduras graves sobre todo en la mano derecha (con la que escribía habitualmente) al dormirse mientras fumaba. No obstante, esto no le impidió seguir escribiendo.
Escribía con la máquina de escribir sobre sus piernas para no perder el contacto con sus hijos cuando eran pequeños.
Para que os acerquéis a su mundo, os dejo este estupendo relato que espero que os sirva de estímulo.
Perdonando a Dios
Iba andando por la avenida Copacabana y miraba distraída los edificios, la franja del mar, las personas, sin pensar en nada. No me había dado cuenta aún de que en realidad no estaba distraída, de que era un momento de atención sin esfuerzo, de que yo era una cosa muy rara: era libre. Veía todo, y sin motivo. Sólo poco a poco empecé a advertir que estaba percibiendo las cosas. Entonces mi libertad sin dejar de ser libertad, se intensificó un poco más. No se trataba de un tour de propiétare, nada de aquello era mío ni yo lo deseaba. Pero creo que me sentía satisfecha con lo que veía.
Entonces tuve una sensación de la que no había oído hablar nunca. Por puro cariño me sentí madre de Dios, que era la tierra, el mundo. Por puro cariño, así de simple, sin prepotencia ni gloria alguna, sin el menor sentimiento de superioridad o igualdad, yo era por cariño la madre de lo que existe. Supe también que si lo que yo sentía “hubiese sido cierto” –y no posiblemente una equivocación del sentimiento–, Dios se habría dejado querer sin ningún orgullo, sin ninguna pequeñez y sin ningún compromiso conmigo. Le habría parecido aceptable la intimidad con la que yo le daba cariño. Para mí el sentimiento era nuevo, pero muy real, y no se había presentado antes porque no había sido posible. Sé que se ama lo que Dios es. Con amor grave, con respeto, miedo, reverencia. Pero nunca me habían hablado de sentir por Él un cariño maternal. Y así como mi cariño por un hijo no lo reduce, incluso lo agranda, ser madre del mundo no hacía mi amor menos libre.
Y fue entonces cuando casi pisé una enorme rata muerta. En menos de un segundo estaba erizada por el terror de vivir, de menos de un segundo estallaba entera de pánico y controlaba como podía mi grito más profundo. Corriendo casi de miedo, ciega entre la gente, acabé en la otra manzana aferrada a un poste, cerrando violentamente los ojos, que no querían ver más. Pero la imagen se filtraba por los párpados: una gran rata rubia, de enorme cola, con las patas aplastadas, y muerta, quieta, rubia. Tengo un miedo desmesurado a las ratas.
Toda estremecida, logré seguir viviendo. Seguí andando, perpleja, con la boca infantilizada por la sorpresa. Intenté cortar la conexión entre los dos hechos: lo que había sentido minutos antes y la rata. Pero era inútil. Los vinculaba por lo menos la contigüidad. Ilógicamente, ambos hechos tenían un nexo. Me horrorizaba que una rata hubiera sido mi contrapunto. Y de pronto me invadió la rebeldía: ¿entonces yo no podía entregarme desprevenida al amor? ¿Qué quería Dios hacerme recordar? No soy de esas personas que necesitan que les recuerden que dentro de todo esta la sangre. No sólo no olvido la sangre de adentro sino que la admito y la quiero, demasiado soy la sangre como para olvidar la sangre, y para mí la palabra espiritual no tiene sentido. No hacía falta arrojarme una rata a la cara desnuda. No en ese instante. Bien se podría haber tenido en cuenta el pavor que me alucina y persigue desde pequeña, las ratas ya se habían reído de mí, en el pasado del mundo las ratas ya me habían devorado con impaciencia y con rabia. ¿Pero entonces era así? ¿Yo andaba por el mundo sin pedir nada, sin necesitar nada, amando con puro amor inocente, y Dios que me enseña su rata? La grosería de Dios me hería y me insultaba. Dios era un bruto. Mientras caminaba cpn el corazón cerrado, sentía una decepción tan inconsolable como sólo había sentido cuando niña. Seguí caminando, trataba de olvidar. Pero sólo se me ocurría vengarme. ¿Pero qué venganza podría tomarme yo contra un Dios todopoderoso, que hasta con una rata aplastada podía aplastarme? La mía era una vulnerabilidad de criatura sola. En mi deseo de venganza no podía siquiera enfrentarme con Él porque no tenía ni idea de dónde estaba. ¿Cuál sería la cosa en donde Él ya no estaba que yo, mirándola con rabia, fuese capaz de ver? ¿La rata? ¿Aquella ventana? ¿Las piedras del suelo? Era en mí en donde Él ya no estaba. Era en mí en donde ya no lo veía.
Entonces se me ocurrió la venganza de los débiles. ¿Ah, sí? Pues entonces, en vez de guardarme el secreto, lo contaré. Sé que entrar en la intimidad de Alguien y después contar los secretos es innoble, pero yo voy a contar –no cuentes, aunque sólo sea por cariño no cuentes, guárdate para ti sola las miserias de Dios–, sí, voy a contar, voy a difundir lo que me pasó, esta vez no va a quedar así, voy a contar lo que Él hizo, voy a arruinarle la reputación.
…pero a lo mejor fue porque el mundo mismo es rata, y para la rata había yo pensado que también estaba preparada. Porque me imaginaba más fuerte. Porque hacía del amor un cálculo matemático equivocado: pensaba que, sumando las comprensiones, amaba. No sabía que es sumando las incomprensiones como se ama verdaderamente. Porque sólo por haber sentido cariño pensé que amar era fácil. Y porque rechacé el amor solemne, sin comprender que la solemnidad ritualiza la incomprensión y la convierte en ofrenda. Y también porque siempre, siempre, he sido muy peleadora, mi modo es pelearme. Y porque siempre intento llegar a mi modo. Y porque todavía no sé ceder. Y porque en el fondo quiero amar lo que yo amaría, no lo que es. Y porque todavía no soy yo misma, y por lo tanto el castigo es amar un mundo que no es él mismo. Y también porque me ofendo sin razón. Y porque acaso necesito que me hablen con brutalidad, pues soy muy testaruda. Y porque soy muy posesiva, y entonces empecé a preguntarme si no quería también la rata para mí. Y porque sólo podré ser la madre de las cosas cuando sea capaz de agarrar una rata con la mano. Sé que nunca seré capaz de agarrar una rata sin morir de mi peor muerte. Usé yo entonces el magnificat que se entona a ciegas sobre aquello que no se conoce ni se ve. Y usé yo el formalismo que me aparta. Porque el formalismo no a herido mi simplicidad sino mi orgullo, pues es por orgullo de haber nacido que me siento tan íntima del mundo, pero de este mundo que ya extraje de mí con un grito mudo. Porque la rata existe tanto como yo, y quizá ni yo ni la rata seamos para ser vistas por nosotras mismas, quizá la distancia nos iguale. Quizá antes que nada yo tenga que aceptar esta naturaleza mía de querer la muerte de una rata. Quizá me crea harto delicada sólo porque no cometí mis crímenes. Sólo porque contuve mis crímenes creo que mi amor es inocente. Quizá no pueda mirar la rata mientras no pueda mirar sin lividez esta alma mía apenas contenida. Quizá tenga que llamar “mundo” a esta forma mía de ser un poco de todo. ¿Cómo puedo amar la grandeza del mundo si no puedo amar el tamaño de mi naturaleza? Mientras imagine que “Dios” es bueno por el solo hecho de que yo soy mala, no estaré amando nada: apenas será una forma de acusarme. Yo, que sin siquiera haberme recorrido toda ya elegía amar a mi contrario, y a mi contrario quiero llamarlo Dios. Yo, que jamás me habituaré a mí misma, pretendía que el mundo no me escandalizase. Porque yo, que de mí sólo obtuve no someterme a mí misma, pues soy mucho más inexorable que yo, pretendía recompensarme de mí misma con una tierra menos violenta que yo. Porque mientras ame a un Dios únicamente porque no me quiero a mí, seré un dado marcado y el juego de mi vida mayor no podrá realizarse. Mientras yo invente a Dios, Él no existirá.
domingo, 25 de septiembre de 2011
EL HOMBRE QUE AMABA LAS ISLAS
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No les falta razón a quienes han calificado a Lawrence como un profeta o un místico. En sus escritos siempre hay una radical reivindicación de lo natural y lo original, una feroz defensa del instinto y en la fuerza del erotismo como forma de conocimiento y de identificación con el cosmos.
El libro contiene tres magníficos relatos. La mujer que se alejó a caballo cuenta la historia de una norteamericana intrépida abandona a su familia en busca de emociones fuertes, del misterio antiguo y salvaje de los indios chilchui.
El gallo huido, escrito poco antes de su muerte, es una revisión de la resurrección de un Cristo que, tras su muerte y resurrección, carece de la fuerza y la convicción necesaria para llevar a cabo su papel de salvador.
El hombre que amaba las islas, el último, el que da título al volumen y el que hemos elegido para leer en clase, es un desasosegante relato planteado como un cuento de hadas, una alegoría de los peligros que acechan al hombre cuando se aisla del mundo.
Lawrence, además de detractores, ha influido poderosamente en grandes escritores de su siglo: Auden, Lawrence Durrel o Henry Miller han admirado su prosa. Nosotros también nos hemos dejado seducir por ella.
miércoles, 21 de septiembre de 2011
UNA ENSEÑANZA PÚBLICA DE CALIDAD
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No es mi intención arengar a la tripulación, lo que haré es copiar la carta que la mayoría del claustro de nuestro centro apoyó y que les sera remitida a vuestros padres uno de estos días. Leedlo, no haré más comentarios.
CARTA INFORMATIVA DEL CLAUSTRO DE PROFESORES DEL I.E.S. ANTONIO CALVÍN A LA COMUNIDAD EDUCATIVA
la mayoría del Claustro de Profesores del I.E.S. Antonio Calvín de Almagro quiere expresar a los miembros de la comunidad educativa, en especial a los padres y alumnos del centro, su rechazo a las actitudes, declaraciones y decisiones que los responsables educativos vienen adoptando desde el inicio del presente curso. Por medio de esta carta, deseamos explicar cómo y en qué medida nos afectarán los recortes anunciados.
En primer lugar, hemos de mostrar nuestra oposición ante lo que consideramos una manifiesta falta de planificación que ha traído el desconcierto hasta el extremo de que muchos de nuestros compañeros aún desconocen cuál será su destino definitivo; esta improvisación ha obligado a la dirección de nuestro centro a elaborar por tres veces los horarios y la asignación de grupos y niveles, lo cual ha echado por tierra todo el trabajo de organización elaborado desde el paso mes de julio; todo ello desde un vacío legal pues las nuevas instrucciones recibidas, en el momento de redactar este documento, contradicen las órdenes aún vigentes de planificación y ordenación de los centros educativos. Por ello, como ha ocurrido en la mayoría de los institutos de la provincia, nos hemos visto obligados a retrasar el comienzo del curso. En consecuencia, hemos de pedirles disculpas, aunque es evidente que no somos responsables de estas incidencias y que hubiéramos deseado un inicio con normalidad en las fechas previstas.
Una de las primeras medidas adoptadas, como sabemos, es la ampliación de las horas de docencia directa de los profesores de secundaria hasta un total de veinte. Esta imposición se enmarca dentro de un plan de ahorro presupuestario elaborado por la Junta de Comunidades y que alcanza a la Consejería de Educación. Debemos señalar que se trata de una decisión que supone la ruptura de un consenso social que descansaba en la certeza de que la inversión en Educación es la mejor apuesta de futuro para la sociedad, algo irrenunciable que quedaba al margen de las alternativas de poder y las ideologías de los responsables políticos elegidos por los ciudadanos de nuestra comunidad. Para los docentes públicos la confirmación de este revés representa la merma de uno de los derechos básicos, el de una educación de calidad para nuestros jóvenes.
En relación a la imposición de las nuevas condiciones laborales, resulta indispensable desenmascarar el modo en que esta supuesta medida de ahorro ha sido presentada ante la opinión pública. Se ha divulgado la imagen de unos trabajadores que parecen gozar de una posición de privilegio por el hecho de desarrollar su labor en la función pública y se nos pide pequeño esfuerzo, dos horas más de trabajo, a fin de cuentas: un nuevo compromiso en un momento de gran dificultad económica y de precariedad en el empleo fruto de una aguda crisis económica. Pues bien, este falso mensaje, que parece haber calado en buena parte de la opinión pública revela, en primer lugar, un absoluto desconocimiento de la labor docente y oculta deliberadamente todo un amplio conjunto de tareas que todos y cada uno de nosotros desarrollamos dentro y fuera de nuestros centros de trabajo; tareas tan importantes, o más, que las que desarrollamos dentro de las aulas. Vale la pena recordar que un docente no sólo imparte clases, su labor es mucho más exigente y diversa: la preparación de las asignaturas, la corrección de trabajos y pruebas, las reuniones con padres y alumnos, la preparación de actividades extraescolares, las sesiones de evaluación, las guardias, la coordinación con el restos de los profesores, las reuniones de los Departamentos didácticos o los cursos de formación, entre otras actividades, son tareas esenciales en el desempeño de nuestra labor. Faltan a la verdad y al respeto debido a este colectivo aquellos que reducen o ignoran su verdadero papel. El horario de los profesores ha permanecido invariable y quedó establecido en 35 horas y media semanales, como el resto de los empleados públicos.
Lo que más lamentamos de las negativas consecuencias que acarrean estas decisiones es la pérdida de un elevado número de empleos, ya que el recorte de las plantillas condena al paro a los compañeros interinos, una situación tristemente contradictoria cuando uno de los principales objetivos económicos es la reducción del desempleo. Afortunadamente para nuestro centro la reducción será mínima con respecto al curso pasado; pero distinta será la situación de otros muchos institutos de nuestra comunidad, que habrán perdido un total de un 10% de su plantilla. Además, el ajuste obligará a muchos de ellos a impartir la formación de materias de las que no son especialistas, lo que lógicamente conllevará una pérdida en la calidad formativa que acabarán sufriendo nuestros alumnos.
Debemos insistir en que la resolución tomada por la Consejería de Educación se ha impuesto sin haber sido consultada, ni mucho menos consensuada, con nuestros representantes sindicales, y a espaldas de la comunidad educativa, sin contar con el respaldo del Consejo Escolar de la Comunidad (en el que los padres están representados) ni con el asesoramiento de los especialistas en materia de educación.
Finalmente, por obvio que parezca, queremos disipar cualquier duda sobre nuestro compromiso y dedicación profesional: vamos a redoblar nuestros esfuerzos para que la formación de nuestros hijos no acabe siendo una meta cada vez más alejada de nuestras posibilidades.
En Almagro, a 15 de septiembre de 2011.
lunes, 19 de septiembre de 2011
¡BIENVENIDOS A BORDO!
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Quiero confesaros que, hace sólo unos días, al desplegar las cartas de navegación, volví a experimentar la zozobra que provocan en mí los días previos a la partida. He revisado los mapas y he vuelto a recorrer la vastedad del océano que debemos transitar, la lejanía que nos separa de los remotos lugares que habremos de alcanzar; rememoré los peligros que nos acechan y que tuvimos que sortear los años pasados... Sin embargo, al mirar los rostros de la nueva tripulación, al preguntar por cada uno de vosotros, el ánimo volvió a mí y descubrí en vuestros rostros la osadía, la audacia y la valentía quizá perdida hace años, cuando me embarcaba con ese ansia por conocer lenguas, culturas y paisajes desconocidos.
Como el viento que impulsa el velamen, este nuevo astrolabio digital que llevamos a bordo nos ayudará en nuestra travesía y estoy convencido de que será un instrumento indispensable para no errar e ir a la deriva.
Dejadme gritar: ¡todos a bordo! ¡Levad anclas! ¡Arriad las velas! ¡Que los céfiros nos sean propicios!