domingo, 6 de noviembre de 2016

COMENTAMOS LAS APASIONADAS SIMPLEZAS DE CATULO, EL MÁS MODERNO DE LOS POETAS ROMANOS. UN EJEMPLO DE ANÁLISIS DE TEXTOS



CARMEN VIII 


1.     ¡Ay, Catulo, deja de hacer simplezas,
2.     y ten lo que está muerto por perdido!
3.     Radiantes soles te brillaban cuando,
4.     en esos días, ibas
5.     allí donde quería la niñita,
6.     amada por nosotros como nadie
7.     será amada jamás.
8.     Muchas fiestas celebraste allí entonces,
9.     que tú deseabas y ella no odiaba.
10.   En verdad, lucían soles radiantes.
11.   Ella ya no lo quiere,
12.   no lo quieras tú, débil,
13.   ni persigas a la que huye, ni vivas
14.   miserable: resiste
15.   con tu mente obstinada.
16.   Adiós, niña. Catulo aguanta ya,
17.   no te rogará ni pedirá nada.
18.   Mas sufrirás, cuando por nadie seas
19.   rogada. ¡Ay, infame! ¿Qué vida te queda?
20.   ¿Quién irá a ti hoy? ¿Quién verá tu belleza?
21.   ¿A quién amarás ahora? ¿De quién
22.   se dirá que eres? ¿A quién besarás?
23.   ¿A quién morderás los delgados labios?
24.   Pero, Catulo, aguanta decidido.

 LOCALIZACIÓN

 En este apartado fundamental del análisis, hemos de preguntarnos el porqué del un texto, es decir, las causas que explican que el poema, la novela, el relato…, aparezca; dicho de otro modo: hemos de buscar cuáles son las condiciones sociales, económicas, ideológicas (y también las personales o autobiográficas del propio autor) en en las que se escribió. Es evidente que cuanto más lejos (en el tiempo y el espacio) haya sido escrito, será más difícil entenderlo y explicarlo pues estará más alejado de nuestro sensibilidad, de nuestra forma de interpretar el mundo. 
No es fácil acercarse a Catulo, sobre todo porque sabemos muy pocas cosas de él, aunque el corpus de su obra es más que suficiente ya que conservamos más de cien poemas, lo cual es interesante pues el mayor volumen de información sobre su vida está en sus propios versos. Esta poyección de su vida y su personalidad sobre sus poemas aporta un grado de originalidad con respecto a los escritores de su tiempo y otorga un grado de modernidad y aceptación que otros no tendrán. 
Sabemos, por ejemplo, que su vida fue corta e intensa. Nace probablemente en Verona (lo dice en alguno de sus poemas) en el 87 a.C y muere, joven, en el 54. Algo mayor que Virgilio y más aún que Horacio, fue contemporáneo de Cicerón y de Julio César, por tanto, vive uno de los momentos más importantes de la historia de Roma y de su literatura. 
 En la capital formará parte de esa nueva y renovadora generación de poetas llamados Poetae Novi o Neoteori de los que forman parte Helvio Cinna, Licinio Calvo o Cornificio, aunque nuestro poeta es, sin duda, el más sobresaliente. Aunque Cicerón y otros críticos critiquen su impostura y provocación, es cierto que renuevan el panorama poético cultivando una poesía que se aleja de la estereotipada y repetida poética heroica plagada de erudición mitológica. Catulo acierta a escribir versos directos que tienen visos de sinceridad y que utilizan un registro que bordea lo coloquial, una escritura que le permite transcribir sus experiencias, especialmente las amorosas, que conecta con dos poetas griegos que son su fuente de inspiración directa, su mayor influencia: Safo y Arquíloco. Sus versos nos muestran una personalidad compleja, vital y apasionada; a veces en un tono humorístico e irónico, otras, dolorido y violento verbalmente. Su carácter es impulsivo y tremendamente apasionado tanto para sus afines como para quienes son objeto de sus diatribas. 
El comportamiento sentimental y sexual, muy presente en su obra, muestra las costumbres relajadas de su tiempo, especialmente del círculo en el que él se desenvolvía. Aunque profundamente enamorado de la mujer a la que dedica la mayor parte de sus poemas, otros versos relatan la pasión que le suscita el joven Juvencio, al que ama con inocencia, y reprueba a sus amigos su comportamiento hacia él. 
Catulo será quien ponga de moda esta forma de contar una pasión amorosa desde una perspectiva personal en la que la voz poética y el autor se confunden, como más adelante veremos en Ovidio. La pasión amorosa tiene ahora una nueva valoración, no es tanto esa fuerza funesta que nos arrastra y maneja, una corriente implacable que nos vence, sino un sentimiento gozoso y poderoso que asumimos conscientemente, tal como aparecía en los versos de Safo o leemos en los epigramas helenísticos amorosos. Esa deuda con Safo se aprecia en seudónimo que utiliza para su amada, Lesbia, y en el uso puntual de la llamada estrofa sáfica (tres endecasílabos sáficos y un pentasílabo adónico). 
Debemos deducir que estamos ante un escritor innovador que elabora su personaje y un nuevo lenguaje fresco, directo, muy elaborado, pero también procaz.
Además de algunos poemas dedicados a criticar a personas concretas, sean enemigos o amigos, de los poemas dedicados a Juvencio con quien vivió una historia de amor o el poema dedicado a la muerte de su hermano, la mayor (y la mejor) parte de su producción está dedicada a la tortuosa relación mantenida con Lesbia hasta el punto de que podamos hablar de una especie de crónica amorosa. El poeta celebra, exultante, los momentos en lo que la pasión es correspondida, y esos versos, veinte siglos después, siguen generando el mismo sorprendente impacto: “Dame mil besos, seguidos de un ciento; luego otros mil, luego un segundo ciento; luego otros mil seguidos, luego un ciento. Después, hechos ya muchísimos miles, revolvámoslos, para no saber ni nosotros, ni el malvado que mira acechante, cuántos besos nos dimos”.
 Pero también es la voz que expresa la contradictoria naturaleza del amor: “Odio y amo. Por qué lo haga me preguntas tal vez. No sé (pero siento cómo se hace y me torturo)”. Y en otros poemas, entre los cuales está éste que hemos elegido para su análisis, nos habla del desamor, de la ruptura con su amante y de las dolorosas consecuencias de esa frustración sentimental.

 CONTENIDO (TEMA Y RESUMEN)

 No hay lugar para la duda, lo que expresa el poema es la frustración, la ruptura de una historia de amor, más en concreto, su asunción, la necesaria toma de conciencia del fin de una pasión.
El narrador desdoblado (más adelante lo explicaremos) le pide a Catulo, a él mismo, que asuma de una vez el final, que sea fuerte y realista pues ese amor que un día fue dichoso ya no volverá porque ella ha decidido poner fin a ese idilio. Pero, además, dirige sus invectivas a su amante y, despechado, le pregunta sobre el futuro incierto que le aguarda sin su compañía.

 ESTRUCTURA

 La estructura externa aparece dividida en dos partes pues dos son los interlocutores a los que se dirige la voz enunciativa: él mismo (1-18) y la amada (16-24). Dentro de ambos apartados podemos, claro está, distinguir otros apartados o subsecciones. Tras los dos primeros versos del poema en los que se invoca al Catulo personaje de la historia, se nos evocan los felices tiempos pasados en los que los amantes disfrutaban juntos; en los versos 11 al 15 volvemos al presente y al tono admonitorio hacia el protagonista en el el narrador insiste en la necesidad de que el protagonista asuma los hechos. Después de las preguntas rencorosas que dirige a Lesbia, el último verso también insiste en el mensaje dominante con que se abre el poema, así sus estructura resulta circular.

 Uno de los grandes aciertos de este poema es la elección del narrador, un narrador protagonista escindido, desdoblado que provoca una distancia inesperada por la cual él mismo se transforma en personaje, de modo que esa voz se dirige a dos personajes: el propio Catulo y su amada Lesbia. Este distanciamiento, este perspectivismo parece dotar de cierta objetividad el análisis de los sentimientos presentes, pasados y futuros. Se trata de una voz que simula su propia conciencia racional que le exhorta a mantenerse firme en su voluntad de no intentar retomar una pasión que ya se ha apagado, que pertenece a un pasado que fue feliz, pero que concluyó y que augura para la amada un futuro doloroso tras la separación.
El juego consiste en construir una voz que dialoga con los amante desde el conocimiento completo de ambos, una especie de omnisciencia parecida a una tercera persona narrativa que, como si se tratase de un amigo íntimo, analiza la situación y da consejos, aunque todos sepamos que se trata del autor mismo. De todos modos, hay un momento en el que la primera persona aflora para aclarar su naturaleza, aunque al mismo tiempo abriendo una nueva perspectiva. “Amada por nosotros como nadie / será amada jamás” leemos. Esa primera persona de plural abre un matiz interesante pues habla de la admiración y el amor compartido por una círculo de amigos al que ambos pertenecían, una nueva perspectiva desde la que evocar ese universo compartido de camaradería.

 El tiempo tiene una especial relevancia; de hecho, todo es un continuo contraste entre el pasado (feliz), el presente (desdichado) y el porvenir que está cargado de rencor y infelicidad hacia la mujer que le ha abandonado. El poema incluye la narración de su historia de amor que se despliega desde el pasado hacia el presente doloroso y predice el futuro doloroso sin su afecto.

 Hay una referencia espacial a través de ese adverbio deíctico, “allí”, que señala el afortunado lugar que compartieron y en el que fueron dichosos.

 En cuanto a los rasgos más destacados del lenguaje empleado, debemos recordar lo que ya indicamos como uno de los rasgos más identificables del estilo poético de Catulo, el de haber elaborado un discurso confesional, cercano, directo y aparentemente sencillo que es bastante novedoso en la literatura latina frente al lenguaje altisonante y pomposo que encontramos en la poesía que le precede. Podemos enumerar algunos recursos que contribuyen a remarcarlo: el uso del vocativo, en primer lugar, pero también en algunas expresiones muy cercanas al registro coloquial (“deja de hacer simplezas”); en las estructuras repetidas a lo largo del texto e incluso en el uso de las interjecciones (“¡ Ay, Catulo”, “Ay, infame”) o en el uso de los diminutivos (“niñita”). Otro de los rasgos más llamativos es el uso de los tiempos verbales, pero ante todo el predominio del imperativo que aporta ese tono admonitorio del mensaje persuasivo que envía la voz poética al personaje despechado para que cambie su conducta y asuma su condición (“Deja”, “ten”, “resiste”, “aguanta”…, hasta el final). Del mismo modo que advertimos un contraste antitético entre los tiempos verbales (pasado/presente/futuro) observamos en la construcción del poema la antítesis en el uso de adjetivos (“radiantes”/ “muerto”, “débil”, “infame”), de sustantivos (“fiestas”, “soles”/ “simplezas”), verbos (“celebrar”, “desear”, “querer”… / ”odiar”, “sufrir”) y que se reduce al contraste entre los dos protagonistas que se aluden, además de por su nombre, por los pronombres de segunda y tercera persona (“Catulo”, “tú” / “Lesbia”, “ella”) Resulta interesante recordar también la importancia que cobran en el texto los adverbios que apoyan esta oposición temporal, especialmente los adverbios de tiempo que apuntalan ese contraste: “jamás”, “entonces”, “ya”).
Ciertamente puede notificarse la diferencia entre la primera y la segunda parte ya que en la inicial encontramos una mayor complejidad sintáctica y unos periodos más extensos; mientras que en en la parte final predomina la reiteración de estructuras semejantes.

Precisamente el paralelismo sintáctico es el elemento central de poema como mecanismo de repetición dominante que se suma a la repetición de palabras y de tiempos verbales. Ese paralelismo se combina, en el parte dedicada a Lesbia, son esa sucesión de preguntas retóricas que están teñidas de ironía. Además de la antítesis ya referida, también el uso reiterado de apóstrofes se suma a los mecanismos de repetición dentro de un texto que, como comprobamos, tiene pocos, pero productivos recursos pues un número excesivo lo alejaría del objetivo de acercarlo al discurso cercano y confesional.

PRESENTACIÓN DEL ANÁLISIS DEL POEMA DE CATULO EN PDF